jueves, 25 de febrero de 2010

Rimbaud: Oraison du soir


I have found some kind of temporary sanity in this
shit, blood and cum on my hands.

TOOL



Me tomo unos minutos para hacer unas anotaciones sobre un poema de Rimbaud, "Oración del atardecer", que he leído hace un rato. No sé cuán atinada ni cuán redundante sea mi lectura, pero me interesa dejar aquí por escrito algunas ideas que quizás sean de utilidad para el futuro.

El poema es el siguiente (en traducción de J. Abeleira, Poesías y otros textos, ed. Hiperión):

ORACIÓN DEL ATARDECER
Vivo sentado, igual que un ángel en manos de un barbero,
empuñando una jarra de gruesas estrías,
el hipogastrio y el cuello arqueados, con una Gambier
entre los dientes, bajo el aire henchido de impalpables velámenes.

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Después, habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños,
me vuelvo, bebidas ya treinta o cuarenta cervezas,
y me recojo para soltar la acre necesidad:

afable como el Señor del cedro y de los hisopos,
meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.

La redacción del poema es cercana a la de "Le coeur volé", es decir, después de la horrorosa experiencia que atravesó Rimbaud en París y que está bien documentada en este último poema. De hecho, la imaginería utilizada en ambos poemas es parecida. Voy al punto rápidamente, esperando que se aclare todo con la interpretación de la médula del poema. Segunda estrofa: "albura" y "corrimientos". Abeleira anota: "Albura: es la capa blanda y blanquecina que hay entre la corteza y la madera de los árboles", y sobre 'corrimientos': "es la traducción exacta de colures: alteración del ciclo de la flor, con la consiguiente caída del polen (el oro joven) debida a las excesivas lluvias; goteo de las plantas enfermas. Si a esto le unimos la referencia a las "suaves quemaduras" (fantasías eróticas) y el doble sentido de la palabra corazón que ya conocemos [se refiere al corazón como eufemismo para 'pene'], tendremos una velada alusión al "hábito" onanista" (Notas, pág. 477).

Con esto en mente, releamos:

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Completaremos el lúcido comentario de Abeleira con la famosa anécdota del baño como escape del acoso de Vitalie, citada en varias biografías y apuntada por el mismo poeta en los versos de "Les poètes de sept ans":

Sobre todo en verano, vencido, atontado, se empeñaba
en encerrarse al frescor de las letrinas,
y allí pensaba, tranquilo, entregando su olfato.

En Rimbaud, la asociación excremento-meditación es bastante cercana, dada la condición de las letrinas como refugio de la disciplina excesiva de la madre: se trata de un pequeño habitáculo de libertad. No es este el único poema en que la asociación subyace a la imagen del excremento, dándole a éste un matiz positivo; la imagen, luego, bajo el rigor de la ascésis poética de la teoría de la videncia, cobrará cierta connotación moral (el famoso "revolcarse en el fango"). Sea como fuere, el siguiente verso corrobora lo dicho: el poeta ahora sueña (excremento-meditación), y sus sueños, si seguimos a Abeleira, son de orden sexual. Lo siguiente es un refinamiento que enmudece. La flor enferma, cargando un don desdeñado, deja caer el polen marchito, "oro joven" pero, a fin de cuentas, "sombrío", echado a perder. En otro poema, Rimbaud ya había usado la imagen del polen y la flor

Flores de tinta que escupen pólenes en forma de coma
("Les Assis")

donde ambos elementos poseen un claro subtexto sexual: la flor (el pene) escupe (eyacula) polen (semen). El detalle de "flores de tinta" y la presencia insólita de la "coma", forma que se superpone a los pólenes, nos tienta a pensar en una poética, pero el contexto en que el verso aparece (en donde el detalle ya explicado aparece como un elemento más del onanismo de los "asentados") no parece permitírnoslo sin forzar nuestra lectura. Aquí, Rimbaud regresa a las imágenes de la flor y el polen y nos da un contexto en donde parece lícito desarrollar lo que en el poema anterior no pudimos. Volviendo a "Oración", hay una flor de la que se desprende un polen marchito que "ensangrienta" el "triste corazón" del poeta:

luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

La descripción que hace Abeleira de la 'albura' ("capa blanda y blanquecina...") nos remite nuevamente al semen (curiosamente, el traductor y editor se pregunta, un poco sorprendentemente a mi juicio, si no se tratará de una imagen del prepucio). A nuestro parecer, el "triste corazón", eufemismo de 'pene', se convierte, por metonimia, en su producto: "mi triste corazón es como una albura". Y aquí viene lo conmovedor del asunto: el verbo de "Les Assis" aplicado a las mismas imágenes, 'escupir' ("Flores de tinta que escupen pólenes..."), se transforma aquí, con el mismo uso, en "ensangrentar": este reemplazo, mucho menos procaz que su predecesor, duplica la violencia de la metáfora. Pero también la complica mucho más y la hace bastante más triste: la "albura" mancha ese "oro joven", originalmente libre de malas intenciones, de una sexualidad que da color a aquello que antes carecía de brillo (oro... sombrío): es decir, la libido, que ennegrece la inocencia del buen pensamiento, la da, sin embargo, movimiento, le insufla vida. Si nos percatamos que el "triste corazón" es un elemento que se repite en "Le coeur volé", poema producido directamente de la experiencia de violación que le tocó vivir a Rimbaud en París, la metáfora se vuelve verdaderamente conmovedora:

...mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Como si Rimbaud nos estuviera confesando las contradicciones de sus propios sentimientos, que sufre por la violencia con que le arrebataron la inocencia, pero que, a la vez, está convencido de que esa violencia está justificada: la albura que ensangrienta el oro joven también le da un brillo que éste antes no poseía, lo llena de una vida nueva y fulgurante. Se trata, ya se sospechará, de la ascésis del vidente:

Quiero ser poeta, y me esfuerzo en volverme Vidente... Se trata de alcanzar lo desconocido por medio del desarreglo de todos los sentidos. Los sufrimientos que eso conlleva son enormes, pero hay que ser fuerte, haber nacido poeta, y yo me he reconocido poeta. (Carta a Izambard, mayo de 1871)

El Poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos. Él busca por sí mismo y agota en sí mismo todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura, todos los venenos, para no quedarse sino con sus quintaesencias. Inefable tortura en la que necesita de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que se convierte, entre todos, en el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito, ¡y en el supremo Sabio! (Carta a Demeny, mayo de 1871) [ambas traducciones son del mismo Abeleira, Iluminaciones (Illuminations) seguidas de las Cartas del vidente. Ed. Hiperión]

De modo que los versos que acabamos de analizar encubren, si se acepta nuestra lectura, una poética. Ofrecida una salida para los versos más difíciles, revisemos el resto y finalicemos nuestras observaciones.

ORACIÓN DEL ATARDECER

Vivo sentado, igual que un ángel en manos de un barbero,
empuñando una jarra de gruesas estrías,
el hipogastrio y el cuello arqueados, con una Gambier
entre los dientes, bajo el aire henchido de impalpables velámenes.

Semejantes a los cálidos excrementos de un viejo palomar,
mil Sueños dejan en mí suaves quemaduras:
luego, por momentos, mi triste corazón es como una albura
que ensangrienta el oro joven y sombrío de los corrimientos.

Después, habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños,
me vuelvo, bebidas ya treinta o cuarenta cervezas,
y me recojo para soltar la acre necesidad:

afable como el Señor del cedro y de los hisopos,
meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.


Sobre 'desmochado', anota Abeleira: "...recojo uno de los significados de ravaler: desmochar un árbol", acepción que él vincula con su lectura 'onanista' del poema. En esta misma línea nos es dado ofrecer una interpretación del primer verso: así como el poeta 'desmocha' sus sueños (v. 9), el barbero 'desmocha' su cabeza (con todas las consecuencias de la imagen). La siguiente estrofa está plagada de imágenes fálicas: la jarra "de gruesas estrías", el "cuello arqueado" (el hipogastrio, por la evocación que ofrece su forma [la redondez del estómago] acaso podría leerse como 'testículos'), la pipa Gambier; el "aire henchido..." pareciera prefigurar el momento de inspiración y meditación que tienen lugar en la segunda estrofa. La transformación del material artístico se da como una eyaculación (acaso sería mejor decir: como una "fecundación"; el polen representaría, así, los óvulos femeninos, frente a la esperma masculina subyacente al "triste corazón") pero también como una contaminación; el poeta trabaja sobre el material transfigurado, le da, como quien dice, 'los últimos toques' ("habiendo desmochado cuidadosamente mis sueños"), bajo una imagen que remite, nuevamente, a la masturbación (en la metáfora, trabajar el material poético es como resolver la excitación producida por sueños obscenos en una sesión masturbatoria). Finalmente, el producto es liberado de la custodia del poeta:

meo, alto y lejos, hacia los cielos muscos
con el consentimiento de los grandes heliotropos.

Una imagen en que el poeta parece, literalmente, mearse sobre uno de los tantos símbolos de la poesía paranasiana. La poética de Rimbaud ha tomado tres representaciones distintas: la del excremento (v. 5), la del semen y la de la orina. Y una cuarta si, a riesgo de sobresaturar la lectura, decidimos leer el octavo verso como la escenificación de lo que la poesía de Rimbaud representaba para el parnasianismo: nuestro cuarto símbolo sería, entonces, la sangre.

4 comentarios:

marianopalau dijo...

¿Sos psicólogo/a, no?

marianopalau dijo...

¿Sos psicólogo/a, no?

marianopalau dijo...

¿Sos psicólogo/a, no?

marianopalau dijo...

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